jueves, 31 de diciembre de 2009

Entrevista a Alberto Breccia: “Por algún lado hay que empezar” (Parte 3)


Realizada por Carlos Trillo y Guillermo Saccomanno

Saccomanno: Para, para. Volvamos un poco atrás Queremos más datos sobre tu adolescencia, sobre la época de tu formación como tipo.

Breccia: ¿Y para qué, eso?

Trillo: Nos interesa saber cosas de antes de que empezaras a dibujar o de cuando te estabas iniciando, porque ésa es la manera de entender un poco más el itinerario profesional que hiciste. Que como te habrás dado cuenta, muy ortodoxo no es, ¿no?

Breccia: Bueno, ya les dije. Yo era un chico pobre, de Mataderos. Mi viejo tenía una tripería y yo empecé a dibujar para no tener que ser tripero, que es un laburo bastante fulero, mi viejo. Mataderos era un barrio que se me fue metiendo muy adentro. Yo creo que en “Un tal Daneri” salió algo de lo que yo veía en esos años de juventud. Esos paredones de ladrillo, esas calles de barro, esas nubes que parecían estar al alcance de la mano de tan bajas. En Mataderos yo vi dos duelos criollos protagonizados por el Pampa Julio, un príncipe ranquel que se había hecho guapo. Uno de esos duelos me acuerdo era sólo a planazos, no a muerte. Y se daban planazos, y se iban rebanando de a pocos. Si, ése era el Mataderos de Daneri.

Me acuerdo de un diario que vendían de noche en el barrio, con un parlante. Era un diario escandaloso, con chismes malintencionados, aunque casi siempre eran verdad. Por el parlante adelantaban algunos de los titulares de este diario: que Fulanita de Tal andaba zanguaneando con Zutanito de Cual. Y no era difícil que el papá de la chica fuera un vigilante, o un pesado. Y entonces el tipo, ofendido, iba a casa del novio y lo corría a talerazos, los dos en calzoncillos en medio de la noche. Si, se armaban cada podridas.

Trillo: Vos también participaste en una publicación del barrio, ¿no?

Breccia: Si, pero eso era otra cosa, una revista literaria

Saccomanno: ¿Te das cuenta de lo que decís, no? Por un lado sos un chico sin educación, pero por otro participás en una revista literaria. ¿Cómo se conjugan esas dos cosas?

Breccia: A mí siempre me gusto mucho leer. Cualquier cosa. Y así como yo había otros muchachos en el barrio, con los que nos íbamos al Cine Arte, donde después estuvo el Lorraine, Nos gustaba René Clair, Renoir. Carnet de Baile. La Gran Ilusión. La Kermesse Heroica. Me acuerdo mucho de esas películas.

Trillo: Hablanos de la revista literaria.

Breccia: Se llamaba Acento, y publicábamos poemas de Machado cuando asesinaron a Lorca. Era una revista con secciones. Se publicaban críticas cinematográficas y literarias, junto a cuentos de Quiroga o de Artl. Yo hacía las tapas y escribía sobre libros que me gustaban. Firmaba “Veritas”, me acuerdo.

Saccomanno: Decinos algunos libros sobre los que escribiste.

Breccia: Por ejemplo “Cacao”, de Jorge Amado, que yo había leído en una edición de Claridad. O la novela “Judío sin Dinero”. Éramos jóvenes e idealistas, con inquietudes sociales. Castelnuovo y Kordon publicaron en Acento. Eso sí, la revista la regalábamos porque nadie la quería comprar.

Trillo: ¿Qué dibujabas en las tapas?

Breccia: En la primera hice a Lisandro de la Torre. En la segunda a Antonio Machado.

Saccomanno: En esos tiempos ya habías empezado a dibujar historietas. ¿Cómo se veía en Mataderos a un dibujante de historietas?

Breccia: Y, más o menos. Mal, más bien mal.

Trillo: ¿Cuándo dejaste Mataderos?

Breccia: Cuando me fui a Brasil. Mi viejo se había fundido allá, en un negocio que había encarado, y yo me fuí para ver si lo podía ayudar. Era un tipo aventurero, mi padre y se había quedado varado. Me llevé trabajos de acá, de Láinez, y fuí a parar, con mis padres, a una pensión de negros en Río de Janeiro.Había un matrimonio de negros con un chiquito. Los viejos trabajaban en un circo, y el negrito se quedaba en la pensión mirándome dibujar.Todo anduvo bien hasta que Brasil se puso del lado de los aliados contra el Eje. Habíamos decidido volver a Buenos Aires, ya un poco recuperados económicamente, y a mi madre, que era italiana, no la dejaban salir de Brasil por una ley que impedía moverse a quienes tuvieran nacionalidad enemiga.Entonces, con mi viejo fuimos a ver a un viejo peón que él había tenido hacía muchos años y que ahora era jefe de una banda de contrabandistas. Y él nos dijo: -Vean, ustedes viajen a Corrientes, que yo a la señora la paso en bote con mis muchachos.Cruzamos a Corrientes con mi padre y esperamos ocho días en el lugar que nos habían indicado. Hasta que por fin vi venir el bote con mi vieja, rodeada de malandras que remaban.

Trillo: ¿Hiciste contactos en Brasil? ¿Trabajaste para alguna editorial de allí?

Breccia: No, sólo hacia los trabajos que me habían encargado en Buenos Aires. Estaba solo como un perro.

Saccomanno: Hace un rato, antes que te hiciéramos retroceder algunos años, nos empezaste a contar de Codex.

Breccia: Codex era una editorial nueva, de la que era dueño un distribuidor de revistas que quería entrar en una nueva faceta del negocio: Gibelli. Cuando me llamó la primera vez, ya había editado sus dos primeros libros, ilustrados por Blotta. A mí me encargo la tapa de Pimpinela, una nueva revista que andaba planeando. Me acuerdo que la tapa, y la historieta a la que hacía referencia, se llamaba “El Capitán del Barco”.Yo hice la tapa y cuando fuí me encontré con que la estaba haciendo también Enrique Vieytes. Entonces “con esos arrestos de varón que tenía”, insulte a Gibelli y le tiré la plata que me había pagado sobre la mesa. El me dijo: -Yo no se lo permito-. Y yo le dije: -Si no me lo permite, se levanta y me pega un tortazo-. Se quedo sentado. Nunca pude aguantar el manoseo al que se sienten con derecho algunos de los tipos que te dan trabajo.

Trillo: Sin embargo, volviste a Codex.

Breccia: Si, en 1953 Gibelli me vuelve a llamar y me pide que dibuje toda una revista para chicos que había empezado con materiales importados y dibujos de Mordillo. La revista se llamaba Peter Pan y era una especie de competencia de Gatito, de Abril. Durante un tiempo, hasta que la pararon, la dibujamos completa con mi ayudante Ballesteros.

Saccomanno: Pintaste, alguna vez, ¿no es cierto?

Breccia: Si, pero nunca expuse.

Saccomanno: Sin embargo, en algunas colectivas, yo recuerdo…

Breccia: Ah, sí, en colectivas sí. Pero siempre cosas humorísticas.

Trillo: Como esa serie de los chinitos, por ejemplo.

Breccia: Exacto.

Trillo: Lo que hacés mucho son croquis, bocetos tomados de la realidad, en los bares.

Breccia: Si, es un hobby que tengo. Gente rara que pasa por la calle y que uno ve desde la vitrina. O viejas que toman té en la confitería del Molino. Con estas viejas que desde hace treinta años vengo dibujando en papelitos y servilletas hice hace poco una serie de pinturas, unas 50 o 60 telas

Saccomanno: Es una serie realmente impresionante. Sobre todo por el uso del color.

Trillo: …Esos blancos que en realidad se leen como negros...

Saccomanno: …esos rostros fantasmales, como enharinados, esos pocillos también blancos, esas bocas sin dientes. Y la oscuridad que insinúa la falta de colores.

Trillo: Cuentan historias realmente sórdidas esas telas que estás haciendo.Saccomanno: ¿Quiénes fueron, en tu período formativo, tus dibujantes favoritos?

Breccia: Salinas, Motín, Premiani.

Saccomanno: O sea todos los tipos que nada tenían que ver con vos.

Breccia: Bueno, a lo mejor es por eso…

Trillo: ¿Y de los dibujantes internacionales?

Breccia: Creo que el mejor dibujante fue Milton Caniff. Yo lo copié mucho, aunque no se notara. Es un verdadero monstruo.

Trillo: Pero ¿cómo nace un dibujante?

Breccia: Y si, yo me hice copiando y dándome de porrazos delante de la hoja de papel. Y realmente, creo que no se puede enseñar a nadie a dibujar.

Saccomanno: Sin embargo, vos participaste en -por lo menos- dos escuelas de dibujo: la Panamericana de Arte y el Instituto de Directores de Arte (IDA).

Breccia: Si, pero yo jamás propicié los cursos por correspondencia, que siempre me parecieron una porquería. Yo fui profesor con los alumnos en el aula, y jamás tuve la veleidad de que estaba enseñando a dibujar: simplemente enseñaba los conceptos para canalizar lo que cada uno tenía adentro. Algunos de los muchachos que fueron alumnos míos hoy trabajan bien: José Muñoz, Rubén Sosa, Leopoldo Durañona, Lito Fernández, Mandrafina. Pero a ninguno de ellos les enseñé a dibujar yo. Ni les firmé jamás un diploma. Porque, ¿qué es ésto? ¿Cómo va a tener un tipo un diploma de dibujante? Para ser dibujante hay que saber dibujar, y para mostrar lo que uno sabe lo mejor es una buena carpeta, y no un diploma.

Trillo: La gente que estudió con vos tiñó un largo periodo de la historieta nacional con tu estilo de dibujo. Muchos de ellos te han copiado. Y diríamos más: algunos te siguen copiando todavía. ¿Por qué es eso?

Breccia: Mirá, yo jamás mostré en una clase un dibujo mío. Ni nunca hablé de lo que estaba haciendo. Yo trataba de hacer que mis alumnos debatieran y trataba de coordinar esas discusiones. Ellos iban a la Panamericana o al IDA a aprender a dibujar historietas -una tara que tenían, pienso a veces- y yo sólo los juzgaba desde el punto de vista técnico, no estilístico.

Trillo: Trabajás para Codex, para Abril, durante años mantenes entre dos y cuatro páginas en Patoruzito. Y un día, en 1958, te llama Oesterheld y te encarga Sherlock Time. ¿Qué planteo te haces para comenzar este trabajo?

Breccia: Ningún planteo. El único es que yo estaba pagando una casa y tenía que ganar ochocientos pesos por día y eso era lo que me pagaban por una página. Entonces no pienso nada y me pongo a bajar páginas a toda velocidad, sin buscar documentación ni nada.

Saccomanno: Sin embargo, por ejemplo, la casa de Sherlock Time es exactamente esa que está en Luis María Campos, esa famosa, que es idéntica.

Breccia: Primera noticia que tengo.

Trillo: En Sherlock Time hay, sin embargo una búsqueda formal más intensa que en Vito Nervio, una aproximación a tu futura inclinación por los climas densos y góticos.

Saccomanno: ¿Por qué la cara de Sherlock Time es tan esquemática, como partida por un hacha?

Breccia: No se. Salió así. A lo mejor por el tipo de personaje que Héctor me planteaba en su guión. Lo que sí sé es que Luna tiene mi cara, que es la que tengo más a mano.

Saccomanno: Luego ese detalle se repetiría en la cara de Ezra Winston, el acompañante de Mort Cinder.

Trillo: Sherlock Time tuvo una evolución muy interesante. Sin embargo, un día, pese al éxito que tenia entre los lectores, se cortó. ¿De quién fue la decisión?

Breccia: Te cuento como fue: después de hacer cierto número de capítulos, fui a Frontera y pedí un aumento. Entonces prefirieron que la serie no saliera más.

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