viernes, 10 de enero de 2014

Entrevista a Alejandro Jodorowsky: “La realidad según Alejandro Jodorowsky”


Por Octavio Rivera López (Revista Gente. Diciembre 2013) 

Usted dice que los seres humanos estamos aprisionados en un bloque de piedra, en una jaula…  
Es un bloque mental, está formado por la historia. Venimos de un pasado que se resume en la cultura, cultura que se resume en la sociedad, sociedad que se resume en la familia, que se resume en el vientre de la mujer encinta (la madre de cada uno) donde nos meten a la jaula. 

Suena a algo así como una imitación o impedimento a la libertad, a la creatividad… 
Así es, pero esa restricción histórica ha sido necesaria para sobrevivir, habría que reconocerlo. 

El contrato social de Locke o Rousseau…  
Más o menos. En la prehistoria el ser humano se unió primero en torno a la cacería, después vinieron los reinados y luego estos se aliaron con la religión; entonces la religión creó una moral que es la que impera en el mundo judeocristiano. Yo no creo que Dios haya tenido tiempo de tomar una pluma y escribir la Biblia. Para mí son sólo hermosos cuentos, pero los cuentos son importantes: con ellos se formaron dogmas, reglas de conducta que han tenido como fin último garantizar la sobrevivencia económica de la especie humana.  

¿Hicimos del dinero el único dios verdadero? 
Todo es económico. Las religiones sólo son grandes negocios, igual que el arte, la política. El cine no es más que una industria que le hace publicidad al tabaco y al alcohol, y los actores y las ‘stars’ son sólo vendedores de porquerías: relojes, café, automóviles… El sistema en el que hemos vivido sirvió para que sobreviviéramos, pero ya no funciona, está caduco, de algún modo es el bloque de piedra del que debemos liberarnos.  

Si nos liberáramos todos al mismo tiempo sería un caos ¿no? 
Resultaría una catástrofe. Si todo mundo fuera cura se acabaría la humanidad porque se supone que los curas no tienen niños. Si todo el mundo fuera filósofo, no habría vino ni habría pan; si todo el mundo fuera panadero, no habría filósofos. No es posible que todos se liberen del bloque de piedra, pero lo que también es cierto es que, al menos en mi larga vida, nunca conocí a una sola persona que estuviera satisfecha con el mundo tal como está, ni siquiera una.  

¿Ni usted? 
Mi conclusión personal es que es imposible cambiar el mundo todo, en un solo momento, es una enormidad, un dinosaurio. Pero sí puede uno comenzar a cambiarlo, empezando a nivel individual. Lo primero que debemos hacer es desarrollar nuestra conciencia. 

¿Los cambios comienzan adentro? 
Sí, todas las revoluciones han fracasado: la rusa, la francesa, la mexicana; la revolución no lleva a nada. Yo digo que hay que hacer la reevolución (sic) poética. ¿Cuál es? Luchar por el desarrollo de la conciencia. 

Habla usted de comenzar a cambiar al mundo, pero ¿Alguna vez podría completarse esa transformación? 
La primera frase de la Biblia es “en el comienzo Dios creó el mundo, los cielos y la tierra”, no dice “al comienzo”, y cito esta frase del Génesis porque nuestra civilización está fundada en él. Esta frase implica un eterno comienzo, no hay principio ni fin. ¿De dónde viene la humanidad y hacia dónde va? Quién sabe, todo se está transformando, es un proceso eterno. 

¿Tiene todo esto que ver con esa idea de ‘mutación’ que tanto le gusta?
Sí, tenemos que mutar. El gusano se arrastra y sufre. De pronto, se encierra en sí mismo y muere para renacer en un insecto que vuela. Eso es lo que tenemos que hacer. El gusano no sabe a dónde va, pero se da su mutación. Cuando hay problemas en la naturaleza, los animales, los insectos mutan, para adecuarse a los cambios. Nosotros somos animales, tenemos que mutar. La naturaleza tiende a preservar la vida y la vida que llevamos ahora implica la destrucción del planeta, por eso mutaremos. 

¿De qué manera? 
Sembrando conciencia. Es lo único que podemos hacer.  

A estas alturas de la charla han sido tantas las referencias de Jodorowsky a la conciencia y a la necesidad de mejorarla, que parece oportuno recurrir a una explicación suya para – intentar– entender un poco. 
Sus ocho caminos para desarrollar eso que se llama conciencia 
1. Visión justa: Las cosas son lo que son, no lo que tú crees que son. Ser es estar siendo. A medida que ves deja que tu mirada se desarrolle. 
2. Palabra justa: Los conceptos no tienen propietario. Nada es de un “yo”. Todo es de la Conciencia Cósmica. No hables para existir. 
3. Disciplina justa: No vivas en el pasado, no te ilusiones con el futuro. Trabaja en el presente. 
4. Intención justa: Despierta tus sentimientos sublimes, libertad intelectual, compasión emocional, felicidad sexual, paz corporal. 
5. Medios de vida justos: Trabaja sin explotar ni esclavizar a nadie. 
6. Esfuerzo justo: Nada para ti que no sea para los otros. No descanses hasta que todos los seres vivientes lleguen a la conciencia. 
7. Atención justa: En la multiplicidad ve la unidad. Acepta el cambio continuo del mundo exterior y de tu mente. 
8. Meditación justa: Lo que estás siendo no tiene dueño. Pierde lo que no eres, lo que no posees, lo que no deseas, lo que no necesitas.  

¿Cómo ha sido la relación con sus hijos? Sabemos que no empezó del todo bien… 
Yo era un bárbaro psicológico, como digo. Era un artista que quería triunfar, entonces vivía en mi ombligo, siendo como las stars y los rockers. Pero, de pronto, en un momento dado, por catástrofes que pasan en la vida, me di cuenta de que estaba viviendo en una isla. Me di cuenta de que el otro existe y entonces comenzó mi cambio. Uno se da cuenta de que el otro existe cuando ese otro que está al lado tuyo muere y desaparece (Teo, otro de sus hijos, falleció en 1995 a los 24 años de edad). Ahí es donde te das cuenta que hay otro porque al morirse alguien que está cerca de ti, el mundo se vacía. Cuando pasas del “yo” al “nosotros” empiezas a liberarte de la jaula, del bloque de piedra. 

¿Cuál es el beneficio de salir de la jaula? 
Ayer estaba en Pátzcuaro y entré a una iglesia. Había un cura que le decía a la gente cantando: “Nuestra culpa, ten piedad de nosotros, nuestras culpas, ten piedad de nosotros”. Les habló de culpas durante media hora. Si esas personas tienen alguna culpa, es la de ser pobres, pero de eso nadie puede ser culpable. Salir de la jaula es empezar a analizar las ideas que nos inyectaron para comprobar si son ciertas. El mundo cambia, entonces las ideas no pueden ser eternas. Las ideas eternas, inmóviles son la jaula.  

Todo el tiempo habla usted de la necesidad de ‘evolucionar’. ¿De verdad cree que con ‘La danza de la realidad’, su cine evolucionó? 
A mí me parece que el mensaje es más amplio que el que usé en películas anteriores porque recurro esencialmente al lenguaje emocional. Eliminé en ella totalmente los lenguajes literario y simbólico que utilicé, por ejemplo, en Fando y Lis. Sí hay una evolución en La danza… Se trata de una evolución humanitaria. Un escritor me regaló la novela de un joven que es torturado por su padre. El autor sintió que su historia se reflejaba en mi película. La concebí como una obra que permitiera presentar problemas que nos son comunes, algo que no hace el cine comercial. 

¿Qué sí hace el cine comercial? 
Dinero, si le va bien. La pudrición del cine es que es una industria en la que mandan los productores, mandan las stars. El único fin de hacer películas es vender. Eso limita el arte, limita la función humanitaria del cine. 

‘La danza de la realidad’ podría vender… 
Digo yo, si Dios me manda un dulce, yo abro la boca. Que la película se pague, eso es todo, para hacer otra.  

Si no hace cine por dinero, ¿cómo financia estos proyectos, de qué vive? 
Vivo de hacer cómics. En Francia no son despreciados como en América Latina. Es un arte industrial, cuesta caro. Hay que pagar a un dibujante que esté ocho horas diarias durante nueve meses como un niño. Para que sean exitosos hay que hacer temas entretenidos. Hago eso y con eso vivo bien, no tengo ninguna necesidad de venderme en el cine. 

En ‘La danza de la realidad’, como en otras de sus películas, hay amputados, enanos, sexo… 
(Jodorowsky interrumpe molesto) ¿Cómo que sexo?  

Bueno, referencias sexuales… 
(El entrevistado vuelve a interrumpir) Tú y yo estamos sentados en nuestro sexo ahora, sobre nuestro ano, sobre nuestro sexo. Todos lo tenemos. No sé qué problema pueda tener la gente con el sexo, pero en mi película no lo hay, para nada. 

Quise decir que hay desnudos… 
Pero los desnudos no son sexuales.

Bueno, quise decir que hay desnudos, ¿está bien? 
Bueno, ve la historia del arte… Es que me da risa.  

Lo que quiero preguntarle es ¿Qué busca generar en el espectador con películas que tienen todos estos elementos? 
La vida es como un pastel que tiene crema, fruta, harina… Normalmente las películas son partes de un pastel: las hay de terror, románticas, trágicas, de comedia. Yo hago una cosa global, yo hago el pastel entero, en mis historias está la vida entera. En La danza… verás desnudos, violencia, política, santidad, sentimientos sublimes, mutilados porque todo eso lo he visto, es real. También verás travestis porque Tocopilla vivía de la prostitución. Era un puerto al que venían a cargar el salitre y el cobre de las minas. Llegaban los marineros una semana y se gastaban todo en los burdeles con las putas. Hay mutilados porque en la realidad los hay, quizá no se noten porque nadie los quiere mirar.  

La realidad es oscura y luminosa, dolor y amor, belleza y tragedia… ¿Cómo definiría a la vida? 
La vida eres tú, yo, nosotros. La vida no tiene definición, sólo hay que vivirla. Una vez me llamó el director del Museo del Hospital Neurológico de París, su mujer se estaba muriendo de cáncer y no quería ver a un sacerdote. Quería verme a mí. No pude negarme y fui. La tomé del brazo y entonces me preguntó: “¿Cuál es el sentido de la vida?”. Yo le respondí: “La vida no tiene sentido”. “¡Bah!”, exclamó ella, “al fin oigo lo que quería oír”, y después falleció. Lo que creo es que la vida no tiene sentido, pero debemos vivirla. El Zen (escuela del Budismo mahayana) decía: arrójate de espaldas al río y que el río te lleve. Vive, sólo vive.  

Cuando alguien entiende así la vida, ¿realmente llegará al momento de la muerte en total serenidad?  
Mira, yo estoy en vísperas de morir, voy a cumplir 85 años. Ya me toca y estoy bien tranquilo. Pero si te pones aquí enfrente con un cuchillo y me amenazas, yo salto hasta el techo, ¿eh? El cuerpo no querrá morir. Siempre habrá el miedo a la muerte porque es útil. Si no existiera, te pondrías enfrente de un tranvía que pasa y te mataría. El reino animal vive gracias al miedo. Un gato nunca camina por el centro de la calle, siempre va por arriba de las bardas y los tejados. 

¿Quisiera morir mientras duerme? 
Yo quisiera estar en el colmo de la conciencia. Estoy esperando el momento en que moriré, quiero verlo. ¡Vaya espectáculo!, ese sí que será un espectáculo.  

Hay que morirse para saber lo que es morirse… 
¡Ah, claro!, pero hay que morirse cuando uno debe morir, no cuando alguien te mata o porque uno se autodestruya. ¿Cuánto debe durar la vida de un ser humano? No lo sabemos, pero yo me he cuidado para vivir sano el mayor tiempo posible. Acepto morir, pero quiero vivir mucho porque tengo mucho por hacer. 

Durante la conferencia magistral que Jodorowsky ofreció en octubre pasado, en el teatro Morelos de la capital michoacana, como parte de las actividades del FICM, más de 100 personas abrieron por la fuerza las puertas del recinto abarrotado para escuchar a Jodorowsky. La charla duró dos horas. Ningún invitado al festival en sus 11 años de vida había generado tanta expectativa… y un portazo. Tiene más de 800 mil seguidores en Twitter, ¿por qué hay gente que lo admira? 
Yo creo que es por mi edad, porque ahora soy viejo. Debe ser por piedad. Cuando hice cine y estaba joven, la gente se iba a mitad de la proyección. Ahora, en Francia, han visto mi película y ningún crítico me atacó, nadie quiso destruirme. En Cannes la ovacionaron, quizá sientan que es como mi testamento. También podría ser porque hago cosas que le  resultan útiles a la gente. 

¿Cómo entiende la idea de Dios? (nos pidieron los lectores que le hiciéramos esta pregunta) 
Te diré lo que contestó Ramakrishna (místico indio del siglo XIX) cuando le preguntaron si creía en Dios y él dijo que no. Le replicaron: “¿Cómo es posible que un gran místico no crea en Dios?”. Respondió: “Porque lo conozco”. Una cosa es creer, ese es el intelecto, y otra cosa es conocer. Dios es un impensable, es aquello de lo que nada puede decirse. Dios no tiene nombre, no tiene figura, no es un hombre. Las religiones toman algo de la divinidad y le dan un nombre, luego lo hacen dictar dogmas y, por supuesto, termina convertidas en un teatro. Dios no está afuera, está en el interior.

“Dios está adentro” es una frase que suena a culto iniciático…   
Si Dios está en un árbol, ¿por qué no va a estar en mí? Ese señor con las manos en los bolsillos es Dios con las manos en los bolsillos mirándome… Ese Dios interior está en todos, no es ocultismo. 

La religión es un hecho social que muchos consideran necesario… Otros  creen que es salvación, algunos más que es atroz. 
Hablemos del Papa Francisco, que parece una maravilla porque se puso el nombre de San Francisco de Asís. Anda vestido todo el tiempo con polleras blancas. No se ha quitado el uniforme. Yo quisiera que se mostrara completamente en pelotas dando un discurso, entonces creería en él. Hasta ahora es el teatro que la iglesia necesita para recuperar a los creyentes que está perdiendo por las porquerías que ha hecho: los bancos que tiene, el lavado de dinero, el abuso de los niños. Es un teatro… No tengo por qué creer en eso. 

¿Hay alguna pregunta que nunca le han hecho que quisiera responder? Va un hombre corriendo por la calle que va gritando: “¡Tengo respuestas, tengo respuestas!, ¿quién tiene preguntas?”. ¿Sabes por qué hago esto?, porque amo mi película y, por lo tanto, amo la promoción que le pueda hacer. A mí en realidad me importa un rábano estar dando respuestas y me importa un rábano que me hagan preguntas.

Gracias de todos modos… 
Gracias a ti.

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